Al principio, el nuevo diseño de Chanel sólo se vendía en la casa matriz de la rue Cambon, en París y en los locales de Deauville y Biarritz. La edición era muy limitada, sólo para sus clientas habituales. Al principio no quiso promocionarlo; sólo hacía vaporizar los salones de venta, para que las mujeres percibieran el nuevo aroma y preguntaran.
Pronto corrió de boca en boca y la demanda fue tan grande, que en 1924, Coco contrató a los hermanos judíos Wertheimer, para que crearan una sociedad, Les Parfums CHANEL, que lo comercializara en todo el mundo. Apenas seis años más tarde, Coco –que ya vivía en el Hotel Ritz y era tildada de pronazi - sospechaba que la estafaban, habían usurpado su marca y le pagaban muy poco, apenas 10% de las ventas. Sin embarbo, se necesitaban mutuamente y la sociedad continuó, aún con abogados y juicios mediante.
En 1939, Chanel cerró todas sus boutiques –excepto la de Rue Cambon- y despidió a 3000 personas. Declaró que “no era un momento para la moda”. Y su único ingreso provenía de la venta del Chanel nº 5 y de su bijouterie.
Cuando en 1939 cerró casi todos sus locales, el perfume Chanel nº 5 era el único ingreso incesante de Coco Chanel
A partir de 1947, sólo en perfumes, los hermanos Wertheimer le girarían, en promedio, US$ 25 millones por año. Ellos lograron introducir la marca en Estados Unidos, un mercado que a Chanel le fascinaba.
En 1937, la misma Coco Chanel posó con su fragancia en una sesión de fotos que eran parte de una campaña promocional en la revista estadounidense Harpper's Bazaar. Allí desplegó lo que más le gustaba: la imagen de una mujer sofisticada, pero a la vez directa, simple y sobre todo, muy segura de sí misma. El éxito fue total.
Sumémosle que Marilyn Monroe también pondría su granito de arena, al declarar que cuando dormía, sólo vestía “unas gotas de Chanel nº 5”.
Coco Chanel fue la única diseñadora de moda que ingresó a la lista de las 100 personas más influyentes del siglo XX, según la revista Time. Y Chanel nº 5 fue, con justicia, “el perfume del siglo”.
En 1959 el Museo Metropolitano de Nueva York lo exhibió en una muestra y Andy Warhol también le dio un espacio en sus obras de arte sobre el consumo –léase también a la inversa-.
Hasta hoy, Chanel nº 5 sigue siendo básicamente el mismo. Muchas caras bonitas fueron parte de campañas promocionales (Catherine Deneuve, Audrey Taautou, Nicole Kidman, Marion Cotillard y muchas más.
Sin duda, la más sorprendente fue la de Brad Pitt, que sumó belleza y virilidad a un perfume que a esta altura casi se vende solo.